DINERO VIRTUAL: SU APLICACION EN EL COMERCIO EXTERIOR

Cómo podrían beneficiarse las agencias marítimas, los operadores de buques y los agentes de carga, entre otros actores de la logística, del uso de las criptomonedas.

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El Banco central Europeo (BCE) definió “criptomoneda” como “un tipo de dinero no regulado, digital, que se emite y por lo general es controlado por sus desarrolladores, utilizado y aceptado entre los miembros de una comunidad virtual específica”. En el diccionario de la RAE aún no hay definición para esta palabra, pero el diccionario de Oxford la definió como “una moneda digital que emplea técnicas de cifrado para reglamentar la generación de unidades de moneda y verificar la transferencia de fondos, y que opera de forma independiente de un banco central”. La creación de una criptomoneda es relativamente sencilla en términos técnicos y de tiempo. Cualquiera, sea empresa o persona, puede crear su propia criptomoneda, sólo es necesario sumergirse en Internet un rato e investigar un poco.

El valor de estas monedas, como cualquier otra, lo define el grupo o mercado que lo utiliza, y la comparación más sencilla es el dólar. En la Argentina, por ejemplo, cada dólar vale poco menos de 18 pesos porque el grupo de interés que lo demanda paga ese valor por cada uno.

Tratando de ver un poco más allá del valor de la moneda, que suele ser puramente especulativo, lo que hace realmente interesante a las criptomonedas es que todas las operaciones (absolutamente todas) quedan registradas en un registro público único, descentralizado e inmodificable llamado blockchain.

El blockchain (una suerte de libro mayor de operaciones, donde todas las acciones quedan registradas) es una cualidad que dota al sistema de una seguridad extrema y prácticamente imposible de ser hackeado.

En agosto pasado, la compañía 300Cubits, grupo de profesionales de la industria marítima (shipping) con experiencia en empresas como Maersk y Hutchison Ports Holdings -con base en Hong Kong- lanzó al mercado la primera criptomoneda exclusiva para el comercio exterior, shipping y sectores conexos.

Pero, ¿de qué manera los que trabajamos en comercio exterior podemos aprovechar este tipo de nuevas tecnologías?

El mejor enfoque es explicar cómo trabajan algunas empresas de comercio exterior que deben enviar y recibir liquidaciones de divisas por trabajos realizados por medio de transferencias bancarias a sus distintos agentes alrededor del mundo.


Paradigma Actual

Supongamos que ArgEnvios es un freight forwarder (agente de carga internacional) con base en la Argentina que acaba de cerrar un muy buen acuerdo con un exportador, que le permitirá exportar 2000 contenedores de maní por vía marítima a Holanda. Al fin de la temporada, ArgEnvios logrará un gran resultado económico.

Como todo buen forwarder, cuenta con un agente de confianza en Holanda -que llamaremos HolRecibe- que lo ayuda cobrando fletes y solucionando todo tipo de problemas. ArgeEnvios acordó con el exportador de maní que el flete será pagado por el importador holandés al momento del arribo del contenedor. Fruto del acuerdo, por cada contenedor ArgEnvios cobrará US$ 500 que dividirá en partes iguales con HolRecibe.

Por suerte en la Argentina los problemas logísticos son pocos (jamás puede decirse inexistentes) y el primer contenedor embarca sin problemas y llega a destino. El importador paga el flete a HolRecibe, quedando asentado US$ 250 en los registros de ArgeEnvios y Hol- Recibe, respectivamente. No obstante, es HolRecibe quien tiene los US$ 500,00 en su cuenta bancaria hasta que termine la temporada, momento en el que rendirá todo lo cobrado a ArgeEnvios. Así, cada empresa debe llevar su registro. Y no son pocas las ocasiones donde los mismos no coinciden. Este método de registros independientes, como se ve, puede ser confuso. Y mucho más con volúmenes operativos grandes.

En este punto empiezan los problemas. Sucede que ArgeEnvios -para poder seguir financiando la campaña de embarques de maní-necesita recibir de manera urgente dinero por parte de HolRecibe para cancelarles el pago a algunos proveedores. HolRecibe accede a enviarle algo de dinero, a pesar de no haber terminado la temporada.

Es sabido, sin embargo, que la respuesta de los bancos no es inmediata: se toman sus días para confirmar las transferencias y los costos son altísimos. Por este motivo, ArgeEnvios decide endeudarse para financiar sus costos. Conclusión: al final de la temporada, ArgEnvios no sólo pagó altos costos por transferencias sino que, además pagó intereses por el préstamo, y relegó parte de su ganancia (probablemente sin tener en cuenta los costos logísticos y dolores de cabeza que esto implica).


Criptoparadigma 

Continuamos con el caso anterior y supongamos que el ecosistema entero de comercio exterior -desde los exportadores a los importadores, pasando por todos los integrantes de la cadena logística- cuentan con una criptomoneda para su operación llamada TEU$ ( digamos que por norma consensuada entre los usuarios 1 TEU$ = 1 dólar).

Entonces: llega el contenedor a destino y el importador paga el flete en TEU$ a HolRecibe. En ese instante, queda asentado el pago en el registro único llamado blockchain al que (gracias a sus características) todos los usuarios y actores interesados tienen acceso inmediato para poder consultar. Además, como este registro electrónico es único (el mismo) para todos, se evita que cada uno se vea obligado a llevar su propio registro de cada operación (evitando discrepancias y malentendidos).

La transferencia que se recibe por parte del importador tiene un costo de comisión muchísimo menor: medida en Bitcoin (la criptomoneda más conocida), una transferencia de US$ 2 millones paga una comisión de US$ 2,50) y dependiendo de la de la criptomoneda utilizada el costo hasta podría ser inexistente.

Además, gracias a las características de las criptomonedas, en el mismo momento que HolRecibe recibe el pago del flete ArgeEnvios podría estar recibiendo también el pago de su ganancia. Mejor aún: al instante, todos los proveedores también podrían estar recibiendo el pago por sus servicios.

Como consecuencia de esto se elimina por completo la incertidumbre financiera relacionada con las operaciones de comercio exterior que, por otra parte, quedan enteramente registradas en un asiento digital único de fácil acceso (sólo) para todos los interesados. Y se elimina la necesidad de usar agentes financieros para realizar transferencias y por lo tanto se reducen dichos costos.

El mundo de la criptomoneda tiene alcances mucho más valiosos que la mera especulación financiera que vemos, por ejemplo, en el Bitcoin en estos días.

Esta tecnología utilizada con fines concretos (como el que comentamos en este espacio) y en conjunto de otras tecnologías como los smart contracts, nos presenta una disrupción sin precedentes en el comercio exterior, donde hasta los incoterms deberán ser expuestos y discutidos.

El autor es director de Gate In Servicios Portuarios y especialista en shipping

fuente: ambito.com

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